Examen a largo plazo de un destino

Marta Donís

A veces la memoria sociohistórica y psicológica de un pueblo respecto de su pasado puede ser un motor perverso en la constitución de su carácter. En Los alemanes, Elias afirma que ``el problema básico que aquí me planteo es el de analizar cómo influye el destino de un pueblo a lo largo de los siglos en el carácter de los individuos que lo conforman''.

Con la reserva y la distancia del investigador, Elias reflexiona sobre cómo pudo darse el ascenso del nacionalsocialismo, qué peculiaridades del desarrollo del carácter nacional alemán posibilitaron esteÊimpulso anticivilizatorio, y cuál fue su vinculación con un proceso de largo alcance como fue la formación del Estado alemán.

Este volumen no fue concebido inicialmente como una unidad, sino que reúne una colección de ensayos sobre la evolución alemana durante los siglos XIX y XX, los cuales, a pesar de guardar independencia entre sí y de haber sido escritos en el transcurso de un amplio periodo (entre 1961 y 1980), ofrecen no obstante una continuidad en la que se advierte el desarrollo de una rigurosa investigación teórico-empírica, de la que no se excluyen las directrices prácticas.

Aunque en la formación de este pensador se comprenden la sociología, la medicina y la filosofía, esta obra no es un tratado de la ontología o del ser en sí del carácter alemán. Todo lo contrario: su óptica, que dentro de cierto sistema de categorización podría llamarse ``histórico-cultural'', se orienta de forma deslumbrante hacia una sociogénesis, de la que no queda descartada la sincronía. Véanse al respecto, por ejemplo, los impresionantes análisis de ``historia comparada'', que constituyen una herramienta fructíferaÊde análisis y una estrategia para iluminar una realidad sin reduccionismos y desdeÊun punto de vista multidimensionalÊque facilite la comprensión de su ``globalidad''.

Como buen estudioso de Mannheim, de quien fue discípulo y colaborador, y como atento lector de Nietzsche y de Freud, Elias reconoce en la genealogía un método decisivo para rastrear y dar cuenta cabal del presente: ``las consecuencias de acontecimientos sociales se hacen evidentes, con frecuencia, sólo siglos más tarde'' [de ahí la necesidad de] ``contar con modelos de largo alcance cronológico''. En este sentido, el carácter alemán está vinculadoÊcon el proceso correspondiente de la formación del Estado, el cual se inicia hace más de mil años con el asentamiento de las tribus germánicas al oeste del río Elba.

La fragilidad de su territorio, ocasionada por su situación geográfica, y la ``erosión del poder central'' desde el Medievo, generan una debilidad estructural del Estado y la ocupación territorial recurrente por ejércitos extranjeros. Ello configura, tal vez desde la Guerra de los Treinta Años, o incluso antes, una doble actitud fluctuante en los alemanes: en conformidad con las circunstancias; un florecimiento de la esperanza de recuperar la antigua grandeza, el Reich de ensueño de la Edad Media; o bien proliferan los temores a la debilidad, a una existencia a la sombra de un pasado glorioso, con la consecuente humillación, deshonra y baja de autoestima, y el cultivo de sueños de venganza.

Las rupturas y discontinuidades en el desarrollo del Estado conducen a que los modelos militaristas de mando y obediencia superen a los modelos urbanos de discusión, acuerdos y convencimiento. Tales modelos militaristas, que la burguesía asumirá paulatinamente, sobre todo a partir de 1871 -proceso que refleja su capitulación frente a la nobleza-, la llevarán a convertirse en paladín de un recurso irrestricto a la prepotencia y a la violencia.

Es de gran importancia para el desarrollo del carácter alemán la sumisión de la burguesía a la nobleza. Elias ilustra lo anterior en un extraordinario análisis del duelo. Institución paneuropea de origen noble que en otros países pierde importancia con el ascenso de la burguesía, el lance de honor, determinante para el carácter alemán, es adoptado en este país por estudiantes burgueses. Reflejo de una actitud y un culto socialmente aceptado de la violencia y la desigualdad social, constituye de hecho una de las condiciones necesarias para el advenimiento de Hitler al poder. Otra condición necesaria fue que, al final de la primera guerra, los estratos revanchistas de la clase media y alta, que no podían movilizar a las masas hacia una guerra, recurrieron a este ex cabo que poseía la retórica y la estrategia de lucha para movilizarlas.

Es común la creencia de que la reflexión sobre el pasado no tiene importancia. Sin embargo, ``los problemas actuales de un grupo se encuentran determinados de manera decisiva por su destino previo''. Para enfrentar las tareas del presente, no es posible dejar de mirar hacia el pasado. El interés de este autor no es, así, eminentemente teórico: su pensamiento apunta de hecho a la práctica. No es de extrañar, entonces, que Los alemanes tenga para Elias una función: si los alemanes comprenden la relación entre el pasado y el presente podrán experimentar una catarsis, pues habiendo rehuido hablar de estos problemas, cargan con un ``pasado reprimido'' -el estigma y los sentimientos de culpabilidad por el nacionalsocialismo- que deben ventilar y analizar. De este modo, la comprensión del propio desarrollo social quizá ``permita encontrar una nueva vía de acceso a uno mismo'', así como también facilitar ``la elaboración y superación del legado hitleriano''.

Por otra parte, la reflexión y discusión sobre su devenir puede posibilitarles el enfrentamiento exitoso con su pasado, pues de otro modo corren el peligro de caer en la desintegración impremeditada, como la que se dio en el periodo de Weimar, con el terrorismo de los cuerpos de voluntarios, y en el de Hitler... o repetir lo sucedido en la década de los sesenta, cuando los jóvenes, buscando otorgarse un sentido vital distinto del de sus mayores, desataron impremeditadamente una espiral de violencia.

El brillante análisis sociogenético y procesal que Elias lleva a cabo en Los alemanes, revela que persistir en la fantasía del Reich de ensueño ha conducido a estas situaciones de violencia anticivilizatoria, en las que la fragilidad del monopolio estatal de la violencia y la dialéctica mortífera del terrorismo -la ``violencia extraestal''- han desembocado en recaídas continuas en el militarismo, las instituciones autoritarias, la autocracia, el verticalismo y la desigualdad social. Pero conocer el pasado también puede ser útil para adoptar una actitud adecuada respecto de un futuro común. Si se desea eludir nuevas recaídas y superar el colapso civilizatorio para ingresar en una línea evolutiva sin perturbaciones, es imprescindible el esfuerzo continuo de construcción de la civilización, que, evidentemente, no es algo dado para siempre. Y esto se hace más difícil porque no se habla de ello. Es imprescindible que los alemanes discutan y analicen su identidad y unión nacionales, pero sin apelar a una fantasía colectiva y egocéntrica de grandeza nacional, y despojándose de la nostalgia de un pasado glorioso. Para desarrollar dicha discusión, este pueblo requerirá de tacto y transigencia; de otro modo no podrá ahuyentar los peligros del terrorismo, la vía militar y, sobre todo, de un nuevo colapso civilizatorio.

En estas preocupaciones sin duda humanísticas, uno puede adivinar al médico que también palpitó en Elias: detrás de los síntomas que aún flagelan a este pueblo, admirable por lo demás, nuestro autor descubre el abceso y señala la terapéutica a seguir para su extirpación. Encuentra que la tarea es urgente no sólo porque no se ha exorcizado del todo a la barbarie, el tumor anticivilizatorio, sino porque la actualidad plantea nuevas tareas para las cuales el pasado no tiene respuestas.

http://www.jornada.unam.mx/2000/mar00/000319/sem-libros.html